El cáncer comienza en las células, que forman los tejidos del cuerpo. Normalmente, se forman células nuevas a medida que se necesitan para reemplazar a las células viejas que mueren. Algunas veces, este proceso sale mal. Se forman células nuevas que no son necesarias y las células viejas no mueren cuando deberían. El exceso de células puede formar un tumor. Los tumores benignos no constituyen un cáncer, pero los malignos sí. Las células de los tumores malignos pueden invadir los tejidos cercanos o separarse y diseminarse a otras partes del organismo.
Los niños pueden tener cáncer en las mismas partes del cuerpo que los adultos, pero existen diferencias. Los cánceres de la niñez pueden ocurrir repentinamente, sin síntomas precoces, y tienen un índice de curación elevado. El cáncer más común en los niños es la leucemia. Otros cánceres que afectan a los niños son: tumores cerebrales, linfoma y sarcoma del tejido blando. Los síntomas y el tratamiento dependen del tipo de cáncer y de lo avanzada que esté la enfermedad. El tratamiento puede incluir cirugía, radiación y/o quimioterapia.
Leucemia
La leucemia es el tipo más común de cáncer en los niños, pero aun así, es muy poco frecuente. La leucemia afecta a la sangre y los órganos que producen la sangre, como la médula ósea. La médula ósea es la parte central de los huesos. Allí se fabrican las células sanguíneas. Los niños que padecen leucemia producen grandes cantidades de glóbulos blancos anormales en la médula ósea.
En general, los glóbulos blancos combaten las infecciones. Pero cuando una persona tiene leucemia, éstos no funcionan como debieran. En lugar de proteger a la persona, estos glóbulos blancos anormales se multiplican descontroladamente, invaden la médula ósea y dificultan la formación de glóbulos blancos normales capaces de combatir infecciones.
Otras células sanguíneas, como los glóbulos rojos (encargados de transportar el oxígeno de la sangre hacia los tejidos del cuerpo) y las plaquetas (que permiten que la sangre coagule), también se ven afectadas por el exceso de células de leucemia. Estas células cancerosas pueden trasladarse hacia otras partes del cuerpo, incluido el flujo sanguíneo, el hígado, el bazo y los ganglios linfáticos. En estas áreas, las células cancerosas continúan multiplicándose y acumulándose.
Signos y síntomas de leucemia en niños
A medida que las células leucémicas se acumulan en la médula ósea, pueden desplazar a las células productoras de células sanguíneas normales. Como resultado, un niño puede que no tenga suficientes glóbulos rojos, glóbulos blancos ni plaquetas normales. Estas carencias se manifiestan en las pruebas de sangre, pero también pueden causar síntomas. Las células leucémicas también pueden invadir otras áreas del cuerpo, lo cual también puede causar síntomas.
Además, muchos de estos síntomas tienen otras causas, y la mayoría de las veces no son causados por leucemia. Aun así, es importante que informe inmediatamente al médico de su hijo sobre estos síntomas de manera que se encuentre y se trate la causa, si es necesario.
Cansancio (agotamiento), piel pálida: la anemia (una disminución de glóbulos rojos) puede causar que un niño se sienta cansando, débil, mareado o con dificultad para respirar. También puede causar piel pálida.
Infecciones y fiebre: un niño con leucemia puede desarrollar fiebre. Frecuentemente es causada por una infección que puede no mejorar ni con antibióticos. Esto se debe a la carencia de glóbulos blancos normales, los cuales normalmente ayudarían a combatir las infecciones. Aunque los niños con leucemia pueden tener cuentas muy altas de glóbulos blancos, las células leucémicas no protegen contra las infecciones de la manera en que lo hacen los glóbulos blancos normales. Algunas veces las mismas células leucémicas también causan la fiebre al liberar ciertas sustancias químicas en el cuerpo.
Sangrado y aparición de hematomas con facilidad: un niño con leucemia puede presentar hematomas y sangrado frecuente de las encías o de la nariz o sangrado profuso de pequeñas cortaduras. Es posible que le aparezcan en la piel puntos rojos del tamaño de un alfiler causados por sangrado de pequeños vasos sanguíneos. Esto se debe a la carencia de plaquetas, que normalmente detienen el sangrado tapando los orificios de los vasos sanguíneos dañados.
Dolor de huesos o de articulaciones: algunos niños con leucemia presentarán dolores en los huesos o en las articulaciones. Esto se debe a la acumulación de células de leucemia cerca de la superficie del hueso o dentro de la articulación.
Inflamación del abdomen: las células leucémicas se pueden acumular en el hígado y el bazo y causar que estos órganos aumenten de tamaño. Esto puede notarse como llenura o inflamación del abdomen. Generalmente las costillas inferiores cubren estos órganos, pero cuando están agrandados a menudo el médico los puede palpar.
Pérdida de apetito y pérdida de peso: si el bazo y/o el hígado se agrandan demasiado, pueden presionar otros órganos, como el estómago. Esto puede limitar la cantidad de comida que se puede ingerir, produciendo pérdida de apetito y pérdida de peso con el tiempo.
Ganglios linfáticos inflamados: algunas leucemias se propagan a los ganglios linfáticos. El niño, uno de los padres, o un profesional médico puede notar los ganglios inflamados como masas debajo de la piel en ciertas áreas del cuerpo (tal como a los lados del cuello, en las áreas de las axilas, sobre la clavícula o en la ingle). También puede ocurrir inflamación de los ganglios linfáticos que se encuentran en el interior del pecho o del abdomen, pero ésta sólo puede detectarse mediante estudios por imágenes, como CT o MRI.
Con frecuencia los ganglios linfáticos se agrandan cuando están combatiendo una infección, especialmente en los infantes y los niños. Un ganglio linfático agrandado en un niño con más frecuencia es un signo de infección que de leucemia, pero un médico lo debe revisar y hacerle un seguimiento minucioso.
Tos o dificultad para respirar: con frecuencia la leucemia linfocítica aguda de células T afecta el timo, el cual es un pequeño órgano que se encuentra en el pecho detrás del esternón y frente a la tráquea. El agrandamiento del timo o de los ganglios linfáticos en el interior del pecho puede presionar la tráquea, lo que puede causar tos o dificultad para respirar.
Hinchazón en la cara y los brazos: la vena cava superior (superior vena cava, SVC), una vena grande que transporta sangre desde la cabeza y los brazos de regreso al corazón, pasa cerca del timo. El crecimiento del timo debido a la acumulación de células leucémicas puede presionar la SVC causando que la sangre se “atore” en las venas. A esto se le llama síndrome de la VCS, y puede causar inflamación en el rostro, cuello, brazos y la parte superior del tórax (algunas veces con una coloración roja azulada de la piel). También puede causar dolores de cabeza, mareos y, si afecta el cerebro, un cambio en el conocimiento. Este síndrome puede ser potencialmente mortal y requiere tratamiento inmediato.
Dolores de cabeza, convulsiones y vómito: unos cuantos niños ya tienen leucemia que se ha propagado al sistema nervioso central (cerebro y la médula espinal) cuando reciben el diagnóstico. Entre los síntomas de una leucemia que se ha propagado al sistema nervioso central se incluyen dolores de cabeza, problemas para concentrarse, debilidad, convulsiones, vómitos, problemas de equilibrio y visión borrosa.
Erupciones en la piel, problemas en las encías: en los niños con leucemia mielógena aguda (AML), las células leucémicas se pueden propagar a las encías, causando inflamación, dolor y sangrado. Si se propagan a la piel, puede dar origen a pequeños puntos de color oscuro que pueden parecer una erupción común. Una acumulación de las células de la AML debajo de la piel o en otras partes del cuerpo se llama cloroma o sarcoma granulocítico.
Cansancio extremo y debilidad: una consecuencia poco común, pero muy grave de la AML es el cansancio extremo, la debilidad y el habla mal articulada. Esto puede ocurrir cuando un gran número de células leucémicas causa que la sangre se vuelva demasiado espesa y se haga más lenta la circulación a través de los pequeños vasos sanguíneos del cerebro.
Cáncer cerebral
Un tumor cerebral es un conjunto o agrupación de células que crecen de manera anormal y que se encuentra dentro del cerebro o sobre éste. Son muy poco frecuentes en los niños. De un total de 73 millones de niños y adolescentes en Estados Unidos, aproximadamente 3.100 reciben un diagnóstico de cáncer cerebral por año.
Los tumores cerebrales pueden originarse en el cerebro o extenderse al cerebro desde otras partes del cuerpo; algunos tipos de cáncer que comienzan en otras partes del cuerpo tienen células que se trasladan hacia el cerebro y comienzan a crecer allí.
Un tumor cerebral es un conjunto o agrupación de células que crecen de manera anormal y que se encuentra dentro del cerebro o sobre éste. Son muy poco frecuentes en los niños. De un total de 73 millones de niños y adolescentes en Estados Unidos, aproximadamente 3.100 reciben un diagnóstico de cáncer cerebral por año.
Los tumores cerebrales pueden originarse en el cerebro o extenderse al cerebro desde otras partes del cuerpo; algunos tipos de cáncer que comienzan en otras partes del cuerpo tienen células que se trasladan hacia el cerebro y comienzan a crecer allí.
Linfoma
El término “linfoma” es el nombre genérico que recibe un grupo de cánceres que comienzan en el sistema linfático. El sistema linfático está formado por cientos de ganglios linfáticos del tamaño de un frijol. Los ganglios están presentes en todo el cuerpo y son los encargados de luchar contra los gérmenes y otros invasores del organismo. Ocasionalmente, cuando nos resfriamos o tenemos gripe, podemos sentir los ganglios a lo largo de la parte delantera del cuello o debajo de la mandíbula. Esto se debe a que cuando el cuerpo está combatiendo los gérmenes, los ganglios se agrandan. El bazo (un órgano situado en tu estómago y encargado de filtrar la sangre) y el timo (una glándula ubicada en la parte superior del tórax) también forman parte del sistema linfático.
El linfoma aparece cuando un linfocito, un tipo de glóbulo blanco, comienza a multiplicarse y deja sin espacio a las células sanas. Los linfocitos cancerosos crean tumores (masas o bultos de células cancerosas) que agrandan los ganglios linfáticos.
Causas del cáncer
Probablemente conozcas a un niño que tuvo varicela o tú mismo la hayas padecido. Pero es muy poco probable que conozcas niños que hayan tenido cáncer. Si llenaras un estadio de fútbol con niños, probablemente sólo uno de ellos tendría cáncer.
Los médicos no están seguros del motivo por el cual algunas personas tienen cáncer y otras no. Pero sí saben que el cáncer no es contagioso. Es imposible contagiarse el cáncer de otra persona. A diferencia del resfrío o la gripe, el cáncer no es provocado por gérmenes. Por lo tanto, no debes tener miedo de los niños (o cualquier persona) con cáncer. Puedes hablarles, jugar con ellos y abrazarlos.
Los niños tampoco desarrollan cáncer por algo que hayan hecho. Algunos niños creen que si se golpean la cabeza tendrán cáncer en el cerebro o que las personas malas se enferman de cáncer. ¡Pero esto no es cierto! Los niños no hacen nada malo para contraer cáncer. Pero algunos hábitos no saludables, en especial fumar o beber mucho alcohol todos los días, pueden aumentar las probabilidades de padecer cáncer cuando seas adulto.
Detección del cáncer
Los médicos pueden tardar un tiempo en descubrir que un niño padece cáncer. Esto se debe a los síntomas del cáncer (pérdida de peso, fiebre, ganglios inflamados, estar muy cansado o enfermo durante un tiempo) se parecen a los de otras enfermedades. Cuando un niño presenta estos problemas, la causa suele ser menos grave, como una infección. Por medio de análisis, el médico podrá descubrir cuál es el problema.
Si el médico sospecha que se trata de cáncer, podrá pedirte análisis que lo ayudarán a determinar si ése es el problema. Los médicos pueden pedir radiografías y análisis de sangre, y recomendar que un paciente consulte a un oncólogo. Los oncólogos son médicos que atienden y tratan a pacientes con cáncer. Seguramente, los oncólogos realizarán otros exámenes para detectar si una persona realmente padece cáncer. De ser así, los exámenes permiten determinar el tipo de cáncer y si éste ha pasado a otras partes del cuerpo. Sobre la base de los resultados, el médico decidirá cuál es la mejor manera de tratarlo.
Una de las pruebas que un oncólogo (o un cirujano) puede realizar es una biopsia. Durante una biopsia, se toma un trozo de tejido de un tumor o del lugar del cuerpo en el que se cree que hay cáncer, como la médula ósea. No te preocupes, las personas que deben hacerse este examen reciben fármacos especiales que los mantienen cómodos durante la biopsia. Una vez que se toma la muestra, se la examina en un microscopio en busca de células cancerosas. Cuanto antes se detecte el cáncer y comience el tratamiento, mayores serán las probabilidades de cura y recuperación total.
Tratar cuidadosamente el cáncer
El cáncer se trata con cirugía, quimioterapia o radiación; en algunos casos, con una combinación de estos tratamientos. La elección del tratamiento depende de lo siguiente:
el tipo de cáncer (el tipo de células anormales que provocan el cáncer)
el estadio del tumor (es decir, cuánto cáncer se ha extendido en el cuerpo, si es que esto ha ocurrido)
La cirugía es la forma más antigua de tratamiento contra el cáncer. Tres de cada cinco personas con cáncer serán operadas para extirpar el cáncer. Durante la cirugía, el médico intenta extirpar la mayor cantidad de células cancerosas posible. Es posible que también se extraigan células o tejido sano para asegurarse de extirpar la totalidad del cáncer.
La quimioterapia consiste en el uso de medicamentos (drogas) contra el cáncer. En algunos casos, estos medicamentos se toman en forma de píldora, pero lo más común es que se administren con una línea intravenosa especial que también se denomina “IV”. Para ello, se inserta un pequeño catéter (tubo similar a una pajilla) en una vena, a través de la piel. En general, el tratamiento se realiza en el brazo. El catéter se conecta a una bolsa con el medicamento. El medicamento fluye desde la bolsa hacia la vena. Una vez allí, el medicamento entra en la sangre, desde donde puede viajar a través del cuerpo y atacar las células cancerosas.
La quimioterapia se suele administrar durante varias semanas o meses. Con frecuencia, se coloca un catéter debajo de la piel en un vaso sanguíneo de mayor tamaño ubicado en la parte superior del tórax. De esta forma, se pueden administrar varias dosis de quimioterapia y otros medicamentos a través del catéter, sin necesidad de realizar un nuevo pinchazo. El catéter permanece debajo de la piel hasta que se completa el tratamiento contra el cáncer.
En la radioterapia se utilizan ondas de alta energía, como los rayos X (ondas invisibles que traspasan casi todas las partes del cuerpo), para dañar y destruir las células cancerosas. Esto puede hacer que los tumores se achiquen e incluso que desaparezcan por completo. La radioterapia es uno de los tratamientos más comunes contra el cáncer. En muchas personas, el cáncer desaparece después del tratamiento con rayos.
Tanto la quimioterapia como la radiación provocan efectos secundarios. Un efecto secundario es un problema adicional causado por el tratamiento. La radiación y los fármacos contra el cáncer son muy buenos para destruir células cancerosas, pero, lamentablemente, también destruyen células sanas. Esto puede causar algunos problemas, como pérdida del apetito, cansancio, vómitos o la caída del cabello. En el caso de la radiación, la piel de la zona tratada puede enrojecerse o irritarse. Pero, una vez finalizado el tratamiento, todos estos problemas desaparecen y el cabello vuelve a crecer. Existen medicamentos capaces de lograr que un niño se sienta mejor durante el tratamiento.
Mientras se encuentra en tratamiento, es posible que un niño no pueda ir a la escuela o estar en lugares con mucha gente: el niño necesita descansar y no puede arriesgarse a contraer infecciones, como la gripe, cuando ya ni siquiera se siente bien.
La recuperación
La palabra “remisión” es muy especial para cualquier persona con cáncer. Significa que no hay señales de cáncer en el cuerpo. Después de la cirugía o del tratamiento con rayos o quimioterapia, el médico realizará pruebas para saber si el cáncer continúa presente. Si no hay señales de cáncer, la enfermedad del niño se encuentra en remisión.
La remisión es el objetivo final del tratamiento que reciben los niños con cáncer en el hospital. A veces, esto significa que es necesario continuar con la quimioterapia durante un tiempo para asegurarse de que las células cancerosas no regresen. Y, afortunadamente, en el caso de muchos niños la remisión es el final feliz de su experiencia con el cáncer.
CUÍDATE QUE Y TE CUIDARE PROTEGE ME QUE YO SERÉ EL FUTURO DE ESTE PAÍS
AMO MI VIDA Y NO DEJARE QUE NADA ME DETENGA
TOMADO
FUNDACIÓN DE CÁNCER EN COLOMBIA
AMIGOS DE AMOR
MI VIDA ES LO MEJOR QUE TENGO
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